Hoy en
día uno de los principales objetivos dentro de nuestro sistema educativo es
aprender, al menos, una lengua extranjera durante el periodo que comprende la
escolarización obligatoria. De hecho, durante la educación secundaria, los
alumnos tienen la oportunidad de aprender una segunda lengua extranjera.
Esta creciente importancia que tienen las lenguas
extranjeras se ve reflejada en los objetivos establecidos por la Comisión
Europea dentro del marco estratégico para la cooperación europea en el ámbito de la educación y la formación (ET
2020)
se
plantea como principal objetivo que al menos el 50% de los alumnos de 15 años
que cursan la educación secundaria obligatoria alcancen un nivel b1 (según el
marco de referencia europeo) o superior. Como segundo objetivo establece que
para 2020 el 75% de los alumnos matriculados
en Educación Secundaria Obligatoria, estudien al menos dos idiomas extranjeros.
También
es importante analizar las repercusiones que tiene la competencia en lenguas
extranjeras en relación con los ingresos salariales, es decir, si la capacidad
de poder comunicarse en un idioma diferente a nuestra lengua natal se traduce
en una mejora salarial. Dicha relación ha sido estudiada por Victor Ginsburg y
Juan Prieto-Rodríguez (2011) concluyendo que, mientras el resto de variables
son constantes, el conocimiento del inglés conlleva una prima salarial en torno
al 40%.
La cuestión pendiente por resolver es
si los programas bilingües, una vez generalizada su implantación, llegarán a
alcanzar el objetivo propuesto por la Comisión Europea en relación con la
competencia lingüística y sobre todo si esto traerá consigo los esperados
beneficios para el país y sus ciudadanos.
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